lunes, 6 de agosto de 2018

El susto de Maduro

Los idiotas del Frente Amplio Venezuela Libre (exMUD), el mayor colectivo de inútiles perversos de la oposición política a Maduro, cuestionan la realidad de que el Presidente fue víctima de un intento de asesinato. Uno se pregunta en qué mundo viven. Hay que ser muy obtuso para no percatarse que lo que le sobra a Maduro son enemigos en todas partes, incluidos en su propio gobierno y en el PSUV.
El propio diario El País de España, que  se distingue por su extraordinaria calidad, ha cometido un grave error en la persona de su periodista Maolis Castro; ella duda sobre el atentado, que sea cierto. Creo que Maolis exagera  mucho su duda. Baste con leer el titular del artículo de su autoría: “Maduro utiliza el supuesto atentado para reforzar el ataque a sus rivales políticos”. Lo de “supuesto” me parece que es negar lo evidente. Si bien es difícil tener una línea de objetividad perfecta, no hay que descuidar la intención de ser lo más objetivo posible a la hora de darle tratamiento a una noticia y más de este calibre. No me parece correcto lanzar suspicacias gratuitas al viento. No se vale por respeto al medio y a sus lectores.
De hecho no es el primer intento de magnicidio. Hubo uno antes contra Rómulo Betancourt en 1960 que fracasó, y otro en contra del militar Carlos Delgado Chalbaud quien  fue asesinado en 1950 y cuyo gobierno fue de apenas dos años.
Si no es por la eficiencia de su escolta el dictador se habría perdido en el tumulto. Los drones fueron manipulados con destreza e indicó un planeamiento meticuloso como para hacerlos detonar en un magno evento militar en el pleno corazón de Caracas. No creo que los drones fueran derribados por francotiradores, sino que fueron mal manipulados al punto de que los drones explosionaron a destiempo, o que sus operadores no pudieran descifrar como burlar la interferencia digital que funcionó como anillo protector de Maduro.
Este acto terrorista no es el producto de unas mentes novatas, sino de voluntades maduras y osadas. El efecto emocional del atentado es odioso para el régimen, sobre todo porque puso al descubierto, frente a todo el país,  la vulnerabilidad física de lo más selecto del círculo cercano al Presidente. La cara de desconcierto y temor de Maduro quedó grabada para la historia. Lo mismo que el desbande torpe y atribulado de sus tropas. Lo dicho es ahora una fotografía que el pueblo venezolano llevará en su memoria  por un buen tiempo.
Cabe decir que Maduro no habría sido el único herido o muerto; estaba su esposa, estaban ministros y los altos mandos del ejército, el Fiscal General, el cuerpo diplomático y gente inocente. El terrorismo debe repudiarse. Porque a mi juicio, la única salida posible para acabar con la dictadura reside en la huelga general de los trabajadores. El terrorismo ha probado no ser una vía revolucionaria y eficiente en la lucha contra los autoritarismos.
El hecho terrorista es condenable políticamente: si el magnicidio hubiera tenido éxito, Venezuela habría caído en un caos mucho peor que el que hoy tiene. De haberse logrado el magnicidio, el espanto de una guerra civil y regional hubiese detonado.  Nadie en sus cinco sentidos lo habría querido. El desplome de las tiranías depende de masas organizadas bajo principios coherentes/.
Especulo que el intento magnicida pudo haber provenido de un sector de la Guardia Nacional Bolivariana y de militares del ejército. La gran falla ha de buscarse ahora en la desalmada pifia de los cuerpos de inteligencia y contrainteligencia del gobierno. No hay duda que muchas cabezas empezarán a rodar.  Las instituciones militares y de seguridad sufrirán el más severo escrutinio bajo el lente microscópico del madurismo.
Si hay una “falla” que los gobiernos no perdonan, que es inadmisible, peor si están acuerpados por la invaluable experiencia cubana, es que los órganos de inteligencia no detecten oportunamente un plan de magnicidio; fallaron los venezolanos de la seguridad del estado al no poder advertir a tiempo esta amenaza inminente que puso en riesgo la vida de Nicolás Maduro.  
Se puede jurar que el gobierno federal ya empezó a revolcar todos los expedientes del todopoderoso Ministerio del Interior, de la Fuerza Armada y de la Guardia Nacional. Viene la depuración y la purga. Maduro necesita hacer un descarte de sus fichas. La prisa se le impone en este turbio trance y deberá mostrar agilidad.
El expresidente Mujica recién alertó contra “una cacería de brujas” a propósito de las consecuencias del atentado terrorista donde, como siempre, podrían caer en desgracia personas y organizaciones inocentes. Ello es la regla y no la excepción cuando los atentados magnicidas fracasan. Es obvio que ahora Maduro teme, como nunca antes, por la suerte de su seguridad física  y la de sus allegados.
El ministro del Interior, Néstor Reverol, tendrá que emplearse a fondo para filtrar, refinar, y salvar lo que se pueda del aparato de espionaje y contraespionaje. Porque la operación se hizo en sigilo, entre las sombras y con una determinación notable para conseguir el objetivo. La incertidumbre es hoy una espesa neblina que cubre Miraflores.
La redacción del comunicado de quienes se atribuyeron el atentado terrorista, los Soldados de las Franelas, tiene la marca distintiva de los militares chavistas, tanto en el contenido como en el estilo y con el esmero de hacerlo evidente. El documento está muy bien escrito y su sustancia es todo un elogio a la legalidad y a los principios del chavismo. Quienes estuvieron detrás de dicho documento lo redactaron con conocimiento de causa y valorando sus consecuencias.
Lo que se avecina es una inmisericorde cacería de brujas, como lo dijo Mujica, que hará temblar a la patria de Bolívar. El dedo índice de Maduro se dirigió contra el expresidente Santos de Colombia, Miami y la derecha venezolana. Puede que sí y puede que no. Todavía no lo sabemos. Falta que pase más agua debajo del puente. Es de celebrar que el intento terrorista fracasara, pues de lo contrario el pueblo de Venezuela lo habría pagado muy caro, con más infierno del que tienen. Lo que de verdad es cierto es que el dictador se salvó de milagro y el pueblo también.  La lucha por la libertad ha de caminar siempre junto a la razón.


https://www.elpais.cr/2018/08/07/el-susto-de-maduro/

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