lunes, 6 de agosto de 2018

La libertad es una pregunta

Yo me siento medio maravillado y medio estupefacto cuando hay personas, -personas muy buenas y lindas- seres humanos para quienes la palabra LIBERTAD es una abstracción descomunal, una palabra tan lejana como el último rincón del universo y casi casi como el mayor de los imposibles.  


Con frecuencia pienso en la bruma espesa, en las nubes llorosas que se enredan entre nuestras siluetas y que nos privan del horizonte inmediato en medio de algo que nos es propio, la fatiga y el agobio en el trance de una larga jornada.  Bien puede ser que estemos a un paso o a dos, quizás a tres, del destino previsto sin poder advertirlo, ni verlo, sin intuirlo; pero un paso nos cuesta una montaña y una barca un océano. Existir es un riesgo. Somos frágiles.

Pero  son riesgo y fragilidad los que desde tiempos inmemoriales nos lanzaron a los dominios de la libertad. Todos, sin excepción, estamos obligados a ser libres, unos más y otros menos. No se han dado cuenta ustedes, mis queridas y mis queridos, que a cada instante de nuestra existencia con la libertad bregamos, porque no otra cosa es la libertad sino una PREGUNTA y ella nos pregunta qué decides, qué quieres, si quieres vivir o si quieres morir.

La libertad es una pregunta, es la pregunta  que nos hace humanos, es la pregunta primigenia del nudo existencial. La  libertad es el aire de los discursos desde el principio, de los muchos siglos y de los que sigan con nuestra muerte y las muertes del futuro.

Que la filosofía debata la libertad, que la economía y la ciencia política la entretengan, que el arte y la teología la pregunten, que el Derecho la clasifique, que la medicina le proponga una ética y que la física inquiera sobre sus posibilidades, todo es constancia de que la libertad, su PREGUNTA, es lo más inmediato a nuestra piel y el soporte de nuestro respiro.

Despertemos, porque la libertad está en todas partes y ella nos persigue se quiera o no se quiera, !qué paradoja! Es cuestión de asumirla y de hacer propio lo que ya es en nuestra piel. La libertad solo pregunta, su naturaleza no es la de contestar por nosotros, sino la de repreguntar ad infinitum. Nosotros contestamos.

Cuando una persona dice “yo me pregunto”, es la libertad madre la que pregunta. Qué hacer con la libertad desde una perspectiva de la ética es lo más concreto que uno se pueda imaginar, es una pregunta permanente entre nosotros, estemos o no advertidos de ella.

Cuando el pueblo de Nicaragua pide libertad, ella es una demanda concreta, muy real, y razonable; cuando en Costa Rica se pide  la completa aceptación jurídica del matrimonio entre parejas homosexuales, es parte del pueblo, de sus legisladores y de sus jueces quienes respondieron a una pregunta de la libertad.  Porque en la vida real muchos ciudadanos tuvimos que contestar que la discriminación es injusta y abominable.

No es que la libertad sea algo sobrenatural o un espíritu solitario que habita las cumbres del Himalaya, si se quiere la libertad es una necesidad que habita en nosotros y entre nosotros, cuya danza es oficiada por nosotros y siempre bajo riesgo. Se trata de seguir escribiendo su música y de entenderla, sobre todo ahora, en época de los derechos humanos.     

No hay comentarios.:

Publicar un comentario