domingo, 8 de julio de 2018

Propuesta para una critica del socialismo desde la izquierda

El mundo va por un camino que no promete vida, sino la destrucción total, la muerte en su versión más inhumana. El neoliberalismo es una amenaza real que no tiene reparos éticos para convertir a la humanidad y a la naturaleza que la rodea, en despojos de una voracidad endiablada e irracional.


El neoliberalismo solamente podrá ser enfrentado desde una antípoda profundamente progresista y democrática. El socialismo necesita ser liberado de ideas viejas que probaron ser inconsecuentes con la realidad, y es su primera prioridad romper de cuajo con su semblante dictatorial, absolutista y autocrático.  En esta carrera hacia la muerte, no solamente el capitalismo contribuyó a tanto desastre, sino también el campo del llamado “socialismo real”, que degradó en ciertas áreas el valor de la persona y del medio ambiente.


Se puede decir que la humanidad conspiró y conspira en contra de sí misma y del planeta. Ante esto, el socialismo democrático debe encontrar su voz, una nueva ruta que le permita avanzar en un sentido profundamente humanista, donde se pueda examinar siglo y medio de luchas obreras y campesinas, estudiantiles y democráticas. Siglo y medio de luchas populares, de experimentos sociales, es suficiente tiempo para hacer una evaluación de la experiencia socialista en su conjunto.


No se trata aquí de ser religioso, de rendirle culto a unas personas y a ciertas ideas; se trata, más bien, de revisar cuanto haya que revisar sin contemplación alguna, sin brumas preconcebidas y gustos gratuitos. Esto es lo que propongo, esta es la ruta más atendible, porque lo que invito a revisar uno entre mil aspectos sobre el tema: a saber, la mala sombra del autoritarismo en el movimiento socialista.


Es cierto que las naciones llamadas del socialismo real tuvieron victorias democráticas en lo social; no fueron tan pocas como dicen sus críticos, ni tantas como dicen sus apologistas, pero también la historia ha mostrado que el récord de la izquierda comunista, sobre todo, es de una naturaleza perversa si de libertades políticas hablamos, asunto que ha perseguido a la izquierda desde siempre.


No basta con decir que el socialismo real fue un “error”, no es suficiente hablar de “excesos”, ni es ética la denuncia pasiva y tampoco es moral para un socialista ignorar el pasado, a veces criminal, con que el ideario fue asumido. El ideario socialista debe ser rescatado desde la crítica radical de su propia historia, algo fundamental para los trabajadores del mundo, pues la historia del socialismo es una biografía de la lucha de los pueblos por su emancipación, biografía que narra sus victorias y derrotas, biografía que nos dice de millones de seres humanos, lindos y honestos, que forjaron caminos de justicia; pero también es una biografía de Estados policiacos, de dictaduras asesinas y de mesías paranoicos.


Yo urgo la conversación sobre este tema, no para que el interesado llegue a mis conclusiones, sino para aceptar la necesidad y la libertad de revisar siglo y medio de luchas populares, donde los múltiples idearios socialistas fueron centrales en el devenir democrático de las masas para bien y para mal, para gloria y para horror, para sacrificio y desidia.


Urgo de la honestidad hiriente, frontal, de músculos enérgicos, dispuestos a comparecer frente al espejo la historia, para abrir brechas ahí donde no hayan caminos, porque hay que ser enemigos de los aplausos monocordes, de las consignas cantinflescas, y de cualquier otro oprobio que se erija como  barrera a la revisión crítica de lo establecido.


Hoy los socialistas debemos ser, ante ante todo, revisionistas radicales para poder proponer lo nuevo.  En otra entrega, expondré mi punto de vista sobre Cuba, Venezuela y Nicaragua, ejemplos fallidos, a mi juicio, del socialismo del siglo XXI, cuya debacle tiene fundamento en 3 factores: 1. Pésimas gestiones de la economía; 2. Vocación por la dictadura y el autoritarismo; 3. La corrupción.

La crítica inmediata del socialismo desde la izquierda en América Latina y el Caribe no debe ser un ejercicio de abstracciones, sino uno muy real que pueda ser medido y cuantificado en sus consecuencias, cuyo acuerdo debe ser precedido por una única condición fundamental y necesaria en el debate: la aceptación explícita y absoluta de TODOS los derechos humanos, tal y como son consignados por las leyes, los tratados y los acuerdos internacionales. Como socialista es mi convicción de que el socialismo libre debe de aceptar, como inherente a su su razón ontológica, la universalidad, la integralidad y la irrenunciabilidad de los derechos humanos. Esto es, a mi juicio, un buen punto de partida.

https://www.elpais.cr/2018/07/08/propuesta-para-una-critica-del-socialismo-desde-la-izquierda-parte-i/

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