domingo, 28 de enero de 2018

LA TRAICIÓN DE MADURO

Yo no puedo tapar el sol con un dedo, no puedo seguir adherido a la cantaleta de mentiras desvergonzadas del régimen de Maduro. No es fácil despedirse de un gran y noble sueño. La revolución bolivariana fue mi amor y mi esperanza para América Latina. Murió el Comandante Chávez y con él su revolución, la más cercana al espíritu evangélico de Jesús.
No puedo seguir callando, mis amigos, aunque duela y cause estupor, aunque sangre y en otros cause indignación. Las contradicciones entre el imperialismo y el régimen de Maduro, no convierten a este último en una esencia buena o deseable. Tampoco el cinismo de Maduro transforma la esencia fascista de la ex MUD. Venezuela, su pueblo, está atrapada por una turbulencia esquizofrénica. Se me podrá defenestrar, se me podrá injuriar o se me podrá acusar de reaccionario; no importa, mi compromiso ha sido y seguirá siendo con la honestidad intelectual. Esa es mi izquierda.
Si hay algo que cabe en la categoría de verdades es la siguiente: la revolución del Comandante Chávez ya no existe, la revolución bolivariana se la tragó la tierra hasta su último rincón, ni sus cenizas han quedado. El gobierno no es otra cosa que la expresión de una oligarquía roja que nada, pero nada, tiene de socialista y que lo tiene todo, pero todo, de dictadura capitalista; es la fanfarria dantesca del secuestro de toda una nación. Cuidado no muera Maduro en el intento de su reelección y en la hoguera de un pueblo que se consume de hambre y de enfermedad.
Rafael Ramírez y Luisa Ortega han saltado del bote para salvar sus vidas, pero él y ella no son sino evidencia de la profunda corrupción que desde hace años viene enquistada en el bando oficial y en el opositor. La generosidad inconmensurable del presidente Chávez solamente pudo pagarse con su presencia y los altos precios del petróleo. Grave error de este hombre bueno y visionario, hijo legítimo de Cristo, quien no pudo aprender de Cuba que la dependencia en un solo producto es sinónimo de rehén; si Cuba socialista sobrevivió a duras penas fue porque se convirtió en satélite de la ex Unión Soviética. Mientras la Cuba de Fidel admitió consistencia y holgura moral, la Venezuela de Maduro no tiene ninguna.
¿Cómo en la razón cabe que se tenga al día la astronómica deuda con los acreedores e inversores capitalistas extranjeros, mientras el pueblo perece en la miseria?. Bien haría el pueblo venezolano en tomar el poder y en administrar él directamente, sin intermediarios, la riqueza fruto de ese mismo pueblo. Si se ha de perecer sea por lo propio y no por lo ajeno de los tiranos, si se ha de perecer sea por una propia verdad y no por las mentiras de los plutócratas, si se ha de perecer sea por un pan propio y no por los manjares de los voraces glotones de palacio. ¿Por qué con el carné de la patria se controla y humilla al pueblo por unas cuantas lentejas? La insurrección revolucionaria se encuentra a la orden día, solo ocupa darle forma, lugar y fecha.
Los de la ex MUD ahora negocian con Maduro en cómo repartirse el saqueo. No les deseo buena suerte a los tiranos en sus conciliábulos; la ira del pueblo se acumula y no sé si esta vez puedan salvar sus cabezas. El panorama es insostenible y desolador. Venezuela retrocede mientras Cuba prepara su transición hacia la democracia, asunto que va con cautela ante el inesperado arribo del irracional Trump. Saludo a Cuba y lloro por Venezuela.
La noticia de que Maduro se encuentra listo para ser reelegido, solamente indica lo bien que anda el despojo de los bienes públicos para su grupo y para la ex MUD. El amanecer de Venezuela será 50 años atrás y ello es una lección triste que los costarricenses debemos aprender, sobre todo, ahora en tan difícil coyuntura política. El populismo no tiene color político e ideológico per se, puede llegar de cualquier dirección y, por lo mismo, los costarricenses debemos educarnos mejor para ubicarlo e identificarlo con acierto.
Invoco con respeto la memoria del Comandante Hugo Chávez Frías, como a ese símbolo continental de amor y solidaridad, que en este momento aciago para Venezuela habría enarbolado las banderas de la libertad en contra de un régimen disoluto y hambreador.

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