miércoles, 31 de enero de 2018

CARTA ABIERTA A TODOS LOS INDECISOS


Carta abierta a todos los indecisos


Quien les escribe comprende sus sentimientos de indecisión porque yo mismo estuve bregando con el dilema de no saber por quién votar e incluso pensé seriamente en abstenerme. Ahora deseo compartir respetuosamente con todos ustedes, hombres y mujeres de mi patria, el porqué estoy con Carlos Alvarado y el porqué pienso que él es la persona indicada para investirse de la banda presidencial. Pero antes haré un corto recuento histórico para poder entender el momento actual.


Lo que formalmente se instituyó con la Constitución Política de 1949, presagiado con el portento de las conquistas de la clase trabajadora a principios de la década de los 40 del siglo pasado, que fue nuestro Estado Social de Derecho, ya no existe como proyecto nacional histórico, es decir, como columna vertebral de un norte acordado por las fuerzas sociales emergentes consensuado de manera tácita o explícita. Con el ascenso del neoliberalismo en 1982 hasta la fecha, la tónica de la gobernanza se ha caracterizado por el desmantelamiento de las conquistas sociales y de la posibilidad que tuvieron capas de nuestro pueblo para ascender en las jerarquías de nuestro entramado social.


Conviene abrir los ojos porque lo apuntado existe ahora como un mero reflejo de un pasado político que es imposible replicar. Lo que queda en pie de la II República son las sombras de su mejor época, de ninguna manera idílica, pero suficiente para haber instaurado un hilo conductor de gobernabilidad y de sanas expectativas de movilidad o ascenso social. Pero la corrupción se ha interpuesto a media tirada de la vereda y la mirada se nos dificulta más allá de sus linderos. 40 años de corrupción y de injusticia social ya son suficientes. La república de las grandes mayorías debe ensancharse a su paso frente a la  república de unos pocos.


Justicia es decir que la administración Solís Rivera  se ha esforzado por enmendar la criminal negligencia del pasado sin ser dicho esfuerzo suficiente.  Nadando contra corriente el presidente Solís entrega un mejor país del que recibió. No obstante ello, para el costarricense promedio el asunto público sigue siendo una causa perdida, inmerecedora de toda estima y respeto, porque el asunto público se ha convertido en una cueva de ladrones sin dolores de conciencia.  Y tiene razón; sin embargo, no tiene razón el pueblo cuando se acobarda y se resigna.  No es prudente llevar a la presidencia al autoritario demagogo, al prestidigitador religioso y  al corrupto de tradición. Costa Rica merece mejor suerte y requiere de nuestros mejores juicios y decisiones.


La implosión del caso del “cementazo” sirvió de válvula de escape a los rencores acumulados por décadas en el corazón del  pueblo; escape hecho de ira e indignación. Lo comprendo. Yo soy y he sido parte de dicho sentimiento. Decidí, sin embargo, no acobardarme ni resignarme.  Decidí calmar mi cabeza, decidí enfocar mi atención y con serenidad de corazón analizar no solamente los árboles, sino también los colores del bosque.  No pude permitir que la tormenta cegara mis ojos ni que me arrodillara ante tanto oleaje bravucón. Y es en esta travesía desafiante en la que me decido apoyar a Carlos Alvarado.


Carlos Alvarado cree en la movilidad social, en la movilidad para arriba y no para abajo, porque la movilidad social de la que bien gozamos en la década del 70, se fue desdibujando imparable desde 1982. Carlos entiende que para reactivar la movilidad social hay que crear empleo, inversión, y que para ello es obligatorio también invertir en educación y salud, en infraestructura y tecnología. Estamos hablando de un todo interconectado entre sí, hablamos de metas que deben construirse con persistencia y con una visión de país para los próximos 25 años. Como verá, usted, amigo indeciso, la visión de Carlos no es demagógica ni populista. Además, Carlos sería el  presidente de todos, absolutamente todos los costarricenses y al abrigo de una democracia emprendedora justamente para todos y todas. La primera victoria es electoral y la otra gran victoria se construye desde el poder, que es un poder que se necesita para construir la Costa Rica de los próximos 25 años. Hay que construir desde el poder una Costa Rica próspera donde todos quepan en igualdad de dignidad.


Pero nadie mejor que Carlos  para dirigir un proyecto donde ningún partido político tendrá una mayoría en la Asamblea Legislativa.  Carlos en la presidencia sería garantía de autocontrol, equilibrio y sensatez. Hay que tener de natural las cualidades dichas para navegar en los inhóspitos canales de la labor parlamentaria, labor que requiere de un estilo de personalidad que no sea  provocadora, que no sea impulsiva y menos que sea pendenciera.  Carlos no es un iluminado o un profeta que haya dicho que posee la verdad absoluta en los asuntos públicos; su humildad tiene fundamento en su estudio, en su capacidad innata para dialogar y  para concertar acuerdos. No es un hombre del “todo o nada”. Su innata condición de líder se demuestra con su aplomo, su don de gente y su decoro reflexivo.


Hay tantas tareas, responsabilidades y cosas que nos rodean que es importante entender a fondo qué es una prioridad, porque más vale poco y bien tenido que mucho y mal atendido. Y en ello, mi candidato, y espero que el suyo también lo sea, es una persona ordenada que sabe poner en su lugar  las bases de primero antes que las columnas.


La Costa Rica que merecemos no se construye en 4 u 8 años, porque es una labor tesonera de varias generaciones guiadas por un mismo espíritu de servicio. Carlos es honesto y no promete el cielo y la tierra, pero sí un camino por donde seguir transitando la hazaña de construir la Costa Rica del siglo XXI. En fin, al amigo indeciso, a la amiga indecisa, los insto con mucho calor humano para que elijan a Carlos Alvarado presidente, la mejor decision que la inteligencia y el amor por Costa Rica nos puede dictar.

https://www.elpais.cr/2018/01/31/carta-abierta-a-todos-los-indecisos/

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