miércoles, 6 de febrero de 2019

Oscar Arias denunciado

El abuso sexual (en todas sus manifestaciones) es un mal universal propio del milenario arquetipo patriarcal. El patriarcado es una ideología de dominación que colectivamente hay que ir desdibujando.
El abuso sexual es un campo radicalmente desigual de guerra, donde el abusador le declara la violencia a sus víctimas. Los estragos físicos y emocionales son devastadores. Las víctimas se resisten -con mayor o menor fortuna- pero todas tienen en común el sufrir de haber sido “cazadas” por uno, o, más depredadores.
Casi ningún perjudicado miente; ni hombres, ni mujeres, ni niños. En todo caso, son las mujeres y los menores, la casi totalidad de los agraviados. Cuando se delata a la “cultura patriarcal” se denuncia lo que ha sido una norma social de opresión que se pierde en el tiempo, a saber: el ejercicio de la fuerza y la intimidación del masculino en contra de las mujeres y otros sectores vulnerables. De ahí que el debate liberador de género y la educación de género, ambas combatidas por los conservadores de lo injusto, sean urgentes, de la mayor trascendencia social en Costa Rica y en todo el orbe.
Esta patología es planetaria y se encuentra presente en todos los tiempos, en todos los sistemas políticos y en cualquier parte del mundo; pero, sobre todo, es un comportamiento odioso, belicoso, inaceptable, y que hoy debe tratarse correctamente como lo que es: un delito, que hiere profundamente el tejido social y que ahonda la oquedad histórica entre la mujer y el hombre. La justicia de género es todavía una deuda que la humanidad tiene con las mujeres y con otros sectores vulnerables del enjambre social.
La denuncia en contra de Oscar Arias es, por lo dicho, creíble, digna de trámite, porque aunque todavía no haya una sentencia definitiva de juez, las probabilidades son muy altas de que el expresidente haya violentado la normativa penal. La víctima y el país no son responsables de que el denunciado sea una figura pública muy renombrada, de que haya sido laureado con el Nobel de la Paz y de que sea un expresidente de la República.
Ciertamente don Oscar tiene derecho a ejercer su defensa y los jueces a dictaminar sobre la base de la verdad real, sobre el fundamento de los hechos probados. En el tiempo de las comunicaciones virtuales, ser figura pública conlleva todavía más una responsabilidad pesada, pues casi de inmediato cualquier objeción a su vida privada y pública se convierte en debate en las butacas de la opinión publica. Ser figura pública no es un asunto sólo de deleites; la fama también acarrea responsabilidades y consecuencias pesadas.
Las denuncias valientes son difíciles y arriesgadas. La gran mayoría de las víctimas no denuncian por pena y temor; se sobrecogen ante el espanto de una autoridad descomunal, poderosa e ilegítima en todo sentido. El acoso sexual es un acto violento y despótico. No existe en el mundo ningún sistema social libre de dicha crueldad. Es un grave problema para los costarricenses y para toda la humanidad.
Esta valiente denuncia en contra del expresidente tiene tres virtudes: 1. busca justicia para la víctima; 2. anima a otras víctimas a encontrar el coraje para denunciar; 3. le anuncia a los abusadores “poderosos” que ni el dinero ni el privilegio político son refugios de la impunidad. El silencio se terminó. “Yo te creo”.

http://www.elpais.cr/2019/02/06/oscar-arias-denunciado/

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