jueves, 30 de agosto de 2018

En el desierto, la amistad

En honor a Nancy...

Viajar en el desierto es peligroso. Una vez lo hice, en México, con la mayor precaución. El Desierto de Sonora tiene 311,000 kms cuadrados. Todo él es impresionante. Volviendo la mirada atrás, rememorando sus sobrecogedores y alucinantes paisajes, y lo pequeño y vulnerable que uno es, me es providencial ahora discursar sobre el valor de la amistad.
Puede ser que en la travesía te desmayes a causa del calor o que quedes cegado por la luz. Pero hay cuevas que proporcionan sombras seguras. Hay lugares, hay momentos, y hay personas, que dejan en ti un rastro de belleza, en medio del desierto, en medio de sus cuevas, en medio del día árido y cálido, en medio de la gélida noche y del estruendoso silencio.
Fueron ellas las rosas de mi desierto.
Las mejores travesías se recorren en la geografía del alma. En ellas, se llega lejos, más lejos de lo sospechado. Cuando el alma recorre el desierto, y cuentas los pasos como el tic tac de un reloj desfallecido, y aparece la persona o la tribu precisa, te das cuenta de lo mucho que vale una gota de agua, que se transforma en un dulce mar, y de lo mucho que vale una sombra que se vuelve noche estrellada y primaveral.
Amo a los amigos nacidos en las enredaderas de la primavera, que las flores intercambiamos; pero a los amigos que nacen del revuelo del desierto, de su arena y de su sed, del cactus y de su cueva, de la espina y de su frío, yo les susurro ternura a ellas, a ellos, que son hermanas, hermanos, del silbido del amor probado y la amistad encendida.
El amor, así dispuesto, no es distracción ni emoción, sino amistad fraterna. Planta escasa y de difícil cultivo, que es cúspide por encima de sus lindas hermanas, magnificente entre la flora. No es en el dar o en el recibir, sino en el “juntos forjar”, donde el amor encuentra su fina seda, donde encuentra su lecho prodigioso y su pulcra estampa, porque no hay mayor ciencia que la del amor fraterno, que es decir, amistad cumplida.
"Porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, fui forastero y me recibiste".
Por la vida he pasado por muchos exilios y a todos sus desiertos sobreviví, conmovido, más bello y más profundo. Con la arena hice flores de amaranto que al viento ofrecí, y que una nube llovió como loca, entre brisas asombradas. La amistad nacida en desiertos, forjada entre sed y luz quemante, no es otra cosa que amor profundo y sincera insurrección. Sea memoria el desierto en nuestro conmovido corazón y sea también aurora del porvenir.

https://www.elpais.cr/2018/08/29/de-la-amistad-fraterna/


domingo, 26 de agosto de 2018

La guerra contra la cultura democrática o la sociedad decente

Una sociedad decente no solamente se nutre del cúmulo de sus instituciones democráticas, de las dinámicas y formalidades que ellas contengan; la sociedad decente también aspira a tener entre las masas una profunda cultura democrática.
La democracia no tendrá sostenibilidad ni legitimidad al pasar del tiempo, si la cultura democrática se deteriora, si nuestros hábitos democráticos se corrompen y olvidan.  
Cuando el pueblo, o parte de él,  empieza a alardear de su propio analfabetismo en el tema democrático, cuando dicho analfabetismo se pavonea, con su hiriente plumaje, y aspira a convertirse en el árbitro del destino patrio, Costa Rica se encuentra, entonces, en un peligro mayor que el imaginado. “Negras tormentas agitan los aires, nubes oscuras nos impiden ver. Aunque nos espere el dolor y la muerte, contra el enemigo nos llama el deber. El bien más preciado es la libertad, hay que defenderla con fe y con valor (...)”, dice un conocido himno libertario.
La actual situación de analfabetismo político, de injuria contraria a los valores democráticos, existe en sectores no pocos de nuestra población. El hecho no es grave sino gravísimo. Lo ilustró el patético comportamiento de centenares de trogloditas, ávidos de circo y de leones.  Son tan ignorantes, tan despiadadamente burdos, que nada racional ni de bien pudieron exhibir. Pero son peligrosos. La ignorancia siempre lo es (peligrosa), e incrustada entre las masas se transforma en epidemia ruin y en calamidad mugrienta.
No de otra cosa se alimenta el fascismo, sino de la carroña vertida en las superficies de la descomposición social, causando un odioso caos semántico.  La palabra pierde, entonces, todo significado de realidad hasta convertirla en un macabro carnaval, que bordea la esquizofrenia y el frenesí por la maldad y hasta por el crimen.
El lumpen urbano, y sus aprendices, no saben todavía que son fascistas, pero actúan y caminan como fascistas, hasta el día en que el demagogo los organice, les compre el alma y los alimente con más basura. Entonces, el caudillo populista los coronará “fascistas”, y merecedores de tan siniestra unción.  
No siempre cultura e instituciones democráticas van de la mano, juntas, en armonía. La disparidad entre ellas puede llegar a ser abismal. Cuando el pueblo o parte del pueblo se transforma en gentuza y turba, en vulgo amurallado por el odio y la ignorancia, ello indica que boquetes perversos se han abierto en la siempre vulnerable epidermis de la libertad y de sus instituciones políticas.
Es así como la democracia empieza a parir agonía. Es así como el escudo de los derechos humanos, la más formidable conquista jurídica de la humanidad,  es víctima de ultrajes, agravios y desprecios.
En efecto, hay toda una ofensiva -encabezada desde Washington- para decretar, si no la muerte, sí la naturaleza intrascendente del derecho de los Derechos Humanos y de su fundamento doctrinal.
Son malos los tiempos que corren hoy, con la libertad herida y vejada, con la dignidad de la humanidad pisoteada, como para que nuestra nación no tome nota de ello. No es casualidad que aparejada a la xenofobia hayan brotado la homofobia y la misoginia de manera tan estruendosa como ahora.  Tomemos nota seria de tan múltiples amenazas.
Costa Rica vive hoy una etapa muy crítica. Como nunca antes -después de la guerra civil de 1948- las instituciones democráticas del Estado se han deteriorado tanto; y como nunca antes la cultura democrática de nuestro pueblo se ha encontrado en jaque.  En estos dos frentes de batalla se abrieron profundas heridas. Nuestra democracia hoy sangra; mientras el populacho clama por la arbitrariedad y el despotismo.
Que dicha canalla sea mucha, o sea poca, no es el punto esencial a discernir; lo que importa contabilizar, como fundamental, es si nuestra nación tiene el músculo y el arresto para defender y hacer prevalecer los valores republicanos.
Importa saber si nuestra nación tiene las reservas democráticas para triunfar. Importa saber, finalmente, acerca de la corpulencia cívica y ciudadana, para  combatir a quienes pretenden palidecer, y hasta exiliar, los valores de la libertad y los derechos humanos; juridicidad ésta sin la cual hoy sería imposible hablar de democracia y de  ética democrática. No podemos, bajo ninguna circunstancia, dar por legítimo el debate que ponga en duda nuestra humanidad y la del prójimo. Al respecto, cero tolerancia.
No se confunda el deber que tiene Costa Rica de procurar soluciones, conforme a la ley,  a la crisis migratoria; y no se confunda dicho deber con los llamados al odio en contra las familias nicaragüenses. Este “criterio” es  criminal y ajeno a toda cultura democrática, es contrario a nuestro estado de Derecho y a los más preciados principios de justicia y concordia.
Se marchó, el pasado sábado, no solamente en desagravio a las familias nicaragüenses. Se marchó, también, por los costarricenses, por nosotros mismos. No debemos permitir más boquetes en el navío de nuestra democracia. Hay que exigir de nosotros mismos un poderoso renacimiento de la cultura democrática, un nuevo amanecer en la conciencia ciudadana. Sin cultura democrática somos nada. La xenofobia es sinónimo de tiranía, y de afrenta a lo que siempre debemos ser: un pueblo de sólida cultura democrática.
La vida del inmigrante no es fácil, yo soy uno de ellos; no he sido ajeno a la experiencia de cargar el viacrucis del lamento,  de la herida y del silencio, como llevado muy dentro, muy recogido, y con una actitud de ojos cerrados, hasta el último rincón del alma.
No solo es el cuerpo, sino también el espíritu, el que resiente las vicisitudes del mucho o poco periplo.  Pero nos sobrepusimos y nos sobreponemos. Cruzamos al otro lado de la orilla, buscando el lado cálido y menos pesado de esta ingente travesía.  
No hay tal cosa como “el sueño americano” o como “el sueño costarricense”; no, lo que cuenta, es el sueño de uno mismo. Porque no hay sueño mayor que ése, como de suyo fue siempre el verso que declamó el Poeta Darío, lleno de una propia identidad.  
Cada uno habrá de encontrar la identidad a su modo. Yo la encontré conversando con Dios. Porque hay mujeres y hay hombres, que no solamente migran de una tierra a otra; hay también quienes migran entre las laderas y las montañas del propio corazón. Así llegué a Dios y así me bañé de su libertad.
Con Amado Nervo me digo:  Porque veo al final de mi rudo camino que yo fui el arquitecto de mi propio destino; que si extraje las mieles o la hiel de las cosas, fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:cuando planté rosales coseché siempre rosas.”
Pienso en el pescador. En Paco. Así, él, conoció lejanías y profundidades con su frente de viejo y su mirada cansada. Hombre sabio que nunca se alejó de su pequeña aldea. ¿Quién le pediría a don Paco un pasaporte si lo suyo fue brillar entre los peces? ¿Quién?  ¿Quién le podrá reprochar el haber nacido humano? ¿Quién?
¿Quién es uno para juzgar? ¿Quién es uno para pedirle factura moral a toda una nacionalidad? Simplemente es absurdo y purulento. Infame e irracional. Sería tan loco como decir “fuera todos los pecadores de mi país”. Sería manía del extraviado mental que clama por “una humanidad sin humanos”. Al grito de “fuera nicas” nuestra humanidad se desdibujó. Nuestra condición de humanos se degradó. Nuestras luces democráticas se apagaron. Y el vuelo de la libertad se truncó.  
Pasa que en la familia humana hay buenos hijos, otros, regulares, que son muy bellos e interesantes, y los hay malos y hasta los muy malos. ¿No es acaso ello el sello de la historia de la humanidad? ¿No es acaso ello la indeleble marca personal que de común nos hace humanos? ¿No acaso la cultura democrática debe partir de dicha e inobjetable realidad, para errar menos y pulir la compasión que uno se debe y se le debe al prójimo?
A las familias nicaragüenses yo les ruego perdón.
Los recuerdos me embargan.  Miro, me empapo, de unos tiernos ojos, allá entre flores y arbustos, que acompañaron al niño inocente con su pequeño uniforme de escuela pública, y me recuerdo de la mirada distraída de la niña, sin mácula, que el himno de su matria aprendió entre nosotros, tal cual las estrofas de nuestro himno mayor. ¿No es bella la ternura, no es bella la solidaridad?
A mis compatriotas: la milla extra se recorre, y con brío se recorre, cuando la justicia nos pide cabalgar, sí, sin desmayo, sus leguas de libertad; mejor todavía, sea cada galope uno de amor y cada bocanada de aire la saciedad de un deber cumplido. Defendamos la democracia con fe y con valor.  Costa Rica lo merece y vale la pena.

https://www.elpais.cr/2018/08/26/la-guerra-contra-la-cultura-democratica-o-la-sociedad-decente/


sábado, 25 de agosto de 2018

Yo les pido perdón

La milla extra se recorre, y con brío se recorre, cuando la justicia nos pide cabalgar, sí, sin desmayo, sus leguas de libertad; mejor todavía, sea cada galope uno de amor y cada bocanada de aire la saciedad de un deber cumplido.
No es que hable bonito, es que soy un hombre sentido, tan sentido como las Cuatro Estaciones de Vivaldi y tan sentido como en los versos del Apóstol Martí: “Yo soy un hombre sincero/De donde crece la palma,/Y antes de morirme quiero/Echar mis versos del alma./Yo vengo de todas partes, Y hacia todas partes: Arte soy entre las artes,/En los montes, montes soy. (...)”

A ti Nicaragua te invoco bendita, madre entre las madres, en las horas agónicas y de llanto que desesperan los alivios de la libertad y el cobijo de la mano amiga. Miro, me empapo, de la tierna mirada, aquí entre flores y arbustos, del niño inocente y la mirada meditabunda de la niña, sin mácula, que el himno de su matria aprendió entre nosotros tal cual las estrofas de nuestro himno mayor.
La vida del inmigrante no es fácil, yo soy uno, y con frecuencia se carga el viacrucis del lamento, la herida y el silencio, como muy adentro, muy recogido y con los ojos cerrados, hecho un puño en el frío del último rincón de donde habita el alma. No solo es el cuerpo, sino también el espíritu. el que resiente, vejación y odio.
¿Quien es uno para juzgar? ¿Quien es uno para pedirle factura moral a toda una nacionalidad? Simplemente es absurdo y purulento. Infame e irracional. Sería tan loco como decir “fuera todos los pecadores de mi país”.
Porque en la familia humana hay buenos hijos, otros, regulares, que son muy bellos e interesantes, y los hay malos y hasta muy malos. ¿No es acaso ello el sello de la historia de la humanidad? ¿No es acaso ello la indeleble marca personal que de común nos hace humanos? ¿No acaso la cultura democrática debe partir de ello para errar menos y pulir la compasión para uno mismo y para el prójimo?
Creer lo contrario es poner a Dios en ridículo y hacer de sus ángeles mercenarios. Creer lo contrario es invitar al sufrimiento y a la degollina, a una danza macabra. Yo le pido perdón a todas las familias nicaragüenses, perdón ante los ojos de sus niñas y de sus niños, ante la inocencia y el vigor del futuro.

viernes, 24 de agosto de 2018

Bienvenidos

Soy un costarricense, un inmigrante en esta ciudad. Esta es una contribución muy linda a la cultura democrática de Boston, impulsada por el Sindicato de Maestros. Otros afiches como éste se ven en negocios, hospitales y bibliotecas. Es fácil adivinar la razón por la cual Trump no viene a Boston y la razón por la cual no lo queremos cerca.  


El deber de marchar



Una sociedad decente no solamente se nutre del cúmulo de sus instituciones democráticas, de las dinámicas y formalidades que ellas contengan; la sociedad decente también aspira a tener entre las masas una profunda cultura democrática.
No siempre cultura e instituciones democráticas van de la mano, juntas en armonía. La disparidad entre ellas puede llegar a ser abismal. Cuando el pueblo o parte del pueblo se transforma en gentuza y turba, en vulgo amurallado por el odio y la ignorancia, ello indica que una o mil grietas se han abierto en la siempre vulnerable epidermis de la cultura democrática y de sus instituciones políticas.
Costa Rica vive hoy una etapa muy crítica. Como nunca antes, las instituciones democráticas del Estado se han deteriorado, heridas de muerte; y como nunca antes la cultura democrática de nuestro pueblo se ha ido desvaneciendo. En dos frentes de batalla se abrieron profundas heridas. La democracia sangra. Y un populacho clama por la arbitrariedad y el despotismo.
La xenofobia no es otra cosa que un abominable síntoma de una democracia gravemente enferma, necesitada de cuidados intensivos. Hay que decir: no se confunda el deber que tiene Costa Rica de procurar soluciones racionales a la crisis migratoria, con los llamados al odio en contra la población nicaragüense, llamado criminal y ajeno a toda cultura democrática, contrario a nuestro estado de Derecho y a los más preciados principios de justicia y concordia.
Hay que marchar firmes para exigir de nosotros mismos un poderoso renacimiento de la cultura democrática, un nuevo amanecer en la conciencia ciudadana. Se marche con garbo, con una dignidad de mente y de espíritu, para denunciar no otra cosa que la xenofobia es sinónima de tiranía, y de afrenta de lo que siempre debemos ser: un pueblo de sólida cultura democrática.
Se marche no solo por el prójimo que ha sido agraviado por haber nacido en otra tierra; se marche también por nosotros, los ticos, para que nuestras almas no se conviertan en vileza sino en alta gallardía. Porque el prójimo podrá haber nacido en otras tierras, mas no por ello deja de ser hermana, deja de ser hermano; mas no por ello deja de ser madre, padre, abuela, primo, amigo… Se marche, con ríos de marchantes, para dejarle a nuestros hijos una sociedad decente que les impida morir de pena. Así, pues, marchemos, como dijo el Poeta, el Poeta que todos llevamos dentro.

miércoles, 22 de agosto de 2018

Nosotros y la Primavera de Praga

https://www.elpais.cr/2018/08/21/nosotros-y-la-primavera-de-praga/

El distinguido periodista tico, Francisco Gamboa, hombre bueno,  y alto dirigente del comunismo histórico criollo, de la estirpe del querido don Manuel Mora Valverde, describió el paisaje de Praga como patético, lúgubre, con henchidas penumbras y largas avenidas de soledad, con olor a moho y a empolvados anaqueles.

En su calidad de periodista y militante comunista, trabajó para la Revista Internacional, la publicación teórica y de noticias más importante de toda la hermandad prosoviética mundial de entonces. Sus tres años consecutivos (1986-1989) de vida común y profesional en lo que se conoció como Checoslovaquia,  lo hizo también testigo de primera fila del final de la dictadura estalinista de Gustáv Husák. El pueblo acometió una revolución democrática y la llamó Revolución de Terciopelo, 40  años después del nacimiento de la República Socialista y 21 años adelante de la Primavera de Praga.

Este 20 de agosto se cumplió el 50 aniversario de la Primavera de Praga, acontecimiento que fue una oda a la libertad. 1968 fue un año intenso y de mucha trascendencia histórica. El Mayo Francés con sus demandas claramente libertarias; en México, la Masacre de Tlatelolco, donde cientos de estudiantes perdieron sus vidas en pro de una nación democrática y, antes, en abril, del mismo año,  sucedió el asesinato del Rev. Martin Luther King Jr., el líder de más renombre del movimiento de los derechos civiles. Es  el año en que también es asesinado Robert Kennedy.

Fue un año, ciertamente, de máxima vehemencia para quienes lo vivieron con intensidad cultural y política.  La canción de los Beatles Hey Jude es la número uno del “Billboard 100” y “2001: A Space Odyssey”, se estrena, película exquisita, obra cumbre del cine, una de las que hace época e historia a lo grande, dirigida por el genial e incomparable Stanley Kubrick. https://www.youtube.com/watch?v=yS4Xu6FeWNY

La trágica y aberrante Revolución Cultural de Mao estaba en su culmen paroxístico, y el heroico pueblo de Vietnam, bajo la ejida del gobierno de Hanoi y el Vietcong, iniciaba la extraordinaria Ofensiva Tet  en más de 100 pueblos y ciudades del sur vietnamita, bajo control del imperialismo estadounidense.

Escribo ahora sobre la Primavera de Praga, en su belleza y en el estupor que causó su violento abatimiento, porque  si hay una causa cierta y verdadera, ella es la de la libertad, asunto que no es una abstracción, sino una necesidad inmediata, traducible a todos los idiomas y a todas las circunstancias.  

No  otra cosa define a la libertad más que la perpetuidad de su movimiento que protesta  las insatisfacciones materiales y espirituales en el ser humano. La libertad no deambula por la vida como una exigencia incorpórea  y aislada de la cotidianidad.
La libertad es la protesta en contra de los nudos insensibles de la ordinaria existencia. La libertad no contempla ni la posibilidad de ser una ecuación o una ingeniería del alma, porque su naturaleza  reside en el tiempo presente, en el instante del aquí y del ahora, pues es de suyo tener una bondad especulativa que la hace sorprendente, tangible y sentida.

Pues bien, los checos y los eslovacos pidieron libertad de expresión, libertad de prensa, libertad de asociación, libertad para organizar eventos y libertad para viajar. La sociedad se estremeció con su disfrute, y no en pocos casos se necesitó de un preámbulo mental para ajustarse a la nuevas y más amplias fronteras. El vuelo de la libertad es así de ancho y de profundas estelas en el horizonte.

Dubchek, https://youtu.be/jbnGiiPL3VI,  el nuevo líder comunista, el hombre de la primavera y la libertad, se entregó a una secuencia de reformas democráticas limitadas pero inéditas, que entusiasmaron como nunca al conjunto de la sociedad y que horrorizó a la nomenclatura en Moscú y a sus satélites del Pacto de Varsovia.

Temieron que el partido checoslovaco perdiera el poder, que sucumbiera ante la democracia y que desdibujara el equilibrio militar entre el este estalinista y el occidente capitalista, y que la OTAN se extendiera a  las puras puertas de la entonces URSS. La dictadura estalinista de Moscú tenía razón. La libertad ponía en mucho riesgo los intereses históricos y estratégicos que Leonid Brezhnev, Alexander Kosygin y el resto del politburó del PCUS representaban.

En la madrugada del 20 de agosto, medio millón de soldados del Pacto de Varsovia invadieron la Checoslovaquia comunista que probaba las mieles de la libertad. Sus tanques fueron confrontados en las calles de Praga por decenas de miles de civiles, tanques que en un número de 2.300 pusieron fin a un laboratorio libertario, de casi 8 meses, que nunca se planteó el derrocamiento del “socialismo”, pero que aspiró a dotar al comunismo de un “rostro humano”.  El eslovaco de Dubcek fue apresado, fletado a Moscú y obligado a firmar los documentos de la rendición de proyecto democrático.

Mientras tanto en nuestra América, en Cuba, se sellaba el destino totalitario de la revolución castrista.  A muy pocos días de ocurrida la triste y célebre invasión, el 23 de agosto, Fidel aprovecha la ocasión para aplaudir ante su nación, como necesario para la sobrevivencia del socialismo, el aplastamiento a sangre y fuego de las ansias democráticas de checos y eslovacos.

No solo eso, lo apuntado. La ocasión sirvió para matricular a Cuba, definitivamente, en los entresijos políticos del imperialismo soviético y para reafirmar el carácter marxista-leninista del régimen, con la consabida lealtad al dogma de partido único y al control absoluto de la vida personal y social por parte del Estado.

Para Fidel la invasión no solamente fue ilegal, sino totalmente ilegal. “Estamos aquí esta noche para analizar la situación de Checoslovaquia. (...) Lo que no puede negarse es que la soberanía del estado checoslovaco  ha sido violada. Desde un punto de vista legal, esto no tiene justificación. No hubo ni el más mínimo rastro de legalidad.”

Fidel nunca revisó  ni cuestionó su posición.  Muchos años después el conocido periodista Ignacio Ramonet  le preguntó: “¿Lamenta usted, por ejemplo, su aprobación de la entrada de los tanques del Pacto de Varsovia en Praga en agosto de 1968 que tanta sorpresa causó entre los admiradores de la Revolución Cubana?”, Fidel Castro le respondió que “(…) nosotros aceptamos la amarga necesidad del envío de fuerzas a Checoslovaquia y no condenamos a los países socialistas que tomaron esa decisión”.

No solamente en Europa del Este, Fidel tuvo una actitud vergonzosa. También,  el Comandante, ni empatía pudo exhibir, sino solo un cómplice silencio frente a la masacre perpetrada por Díaz Ordaz en Tlatelolco. La izquierda mexicana no ha dimensionado bien, con un certero dedo índice acusatorio, el deleznable contubernio histórico entre la Habana y la dictadura del PRI.  

El dictador Videla, en Argentina, tuvo la “generosa comprensión” del Kremlin, del Partido Comunista Argentino y el de su homólogo cubano.  Ni rusos ni cubanos cerraron sus embajadas en Argentina. Cuba nunca votó una condena en contra de la dictadura argentina, y la URSS percibió de ella mucho trigo.  Silencio total.

Los chinos no fueron mejores. En su ciega competencia para disputarle espacios a la URSS, los comunistas chinos trataron de meter en su bolsillo al dictador Videla y al genocida de Pinochet.

Los comunistas, sean los de Beijing o los de Moscú, incluso los menores de Bucarest, Tirana y Belgrado, estafaron con un decorado falso y harto obsceno a los trabajadores del mundo, a sus obreros y campesinos, que buscaron resistir las injusticias del capital, la de sus burgueses y sus plutócratas, que aliados con el poder militar causaron mucho daño y mucha muerte entre las masas oprimidas.

Lo peor, sin embargo, es que el poder imperial de los nuevos zares y los nuevos mandarines, secuestró el imaginario y la “organización” de una humanidad, de trabajadores e intelectuales, la mayoría gente de honra y buena fe, que sucumbió a los artilugios de una realidad aterradora, envuelta entre espejos mentirosos y fantasmagóricas apariciones.

Lamentablemente Cuba fue parte nada inocente de esta farsa, farsa que abrazó el Comandante con cinismo y convicción, con ardor y con sus “razones”. Cuando él murió yo no sentí alegría sino tristeza, porque crecí cercano, durante décadas, a su leyenda de estadista comprometido con las causas nobles de la humanidad y me ha llevado tiempo cultivar la libertad para poder criticarlo.  Fidel fue un tirano habilidoso para hacer de su figura un producto acabado y atractivo, un producto tejido con medias verdades y medias mentiras.

No fue un poco más generoso que los soviéticos. Quiso implantar su prestigio y el de su pequeño imperio en África, en Asia y en América Latina. Su portentosa inteligencia, su frialdad, su faraónica capacidad manipuladora, sus desorbitadas y poco disimuladas necesidades megalómanas, su inflado prestigio, fueron todos ellos elementos del mito encarnado, arropado como se arropó con las consignas por él secuestradas a los parias de la Tierra.   

Pero su hipocresía a veces tocaba con cerca. La Primavera de Praga fue una de esas ocasiones. Tuvo que aceptarse de verdugo y de cómplice del imperialismo soviético. La Cuba revolucionaria nunca fue independiente, a excepción durante el miserable Periodo Especial, cuando la isla quedó sola, sin las subvenciones del campo socialista; la Cuba revolucionaria jamás fue libre. Esa Cuba fue el reino absoluto de Fidel. Ni siquiera el partido fue mayor que él.   

El estalinismo nunca desapareció a partir de la muerte de Stalin. Cuando la Revolución Cubana se autoproclamó marxista-leninista, utilizando la fórmula mágica ideada por Stalin, Fidel abandonaba todo vestigio democrático si alguna vez lo tuvo. El Comandante emuló el camino de Stalin y lo adaptó a gusto de su necesidades narcisistas.

1994 fue un año de mal augurio para Venezuela. Chávez se entregó públicamente ante los “encantos” de Fidel, y éste, en su condición de viejo testarudo, no solamente no renunció a su obsesión de ser el emperador de la plebe, sino que convirtió a su corte en una especie de internacional castrista. Ahí confluyeron no pocos.

Pero el diamante de la corona fue el petróleo venezolano. Había que cazar a Chávez. Y Fidel lo hizo como el lobo que engatusa a un pollito.  Chavez cayó en la trampa y se creyó la trampa. Cuba pasó a ser, años después, en una mantenida de Caracas.

Fidel es Fidel. Porque sin tener un poder real llegó a instrumentalizar a su favor a no pocas naciones de la región, principalmente a través del ALBA y otros mecanismos multilaterales.

Nunca he sabido de un imperialismo tan sui generis como del cubano, y me arriesgo a explicarlo por la genialidad maquiavélica de un fuera de serie como Fidel.  Empero, no sé si para ventura de Cuba, el oro negro parece alejarse lentamente de sus costas.

Lo cierto, por  ejemplo, es que el apoyo de Cuba al dictador Ortega no es otro que un eco claro de ese 1968, cuando a Fidel le pareció “digno” cortar por la yugular el grito de libertad del pueblo checoslovaco. Ni Raúl, ni Maduro, ni Evo, ni Correa, ni Cristina, han derramado una sola lágrima por los nuevos mártires nicaragüenses.  Esa es la “sensibilidad” que Fidel les heredó a ellos, una que dice que “el fin justifica los medios”. Una que destina empatía para unos y que niega a otros.

El “fin” fue siempre en Cuba no otro que Fidel mismo. Y no de otra cosa consigna se alimentan Ortega y Maduro. Y no otra cosa quiere ser Evo o Correa si más reelecciones les fueran permitidas. El autoritarismo ya no debe ser el futuro de una nueva izquierda; se trata de analizar 150 años de logros y tragedias en el movimiento de los oprimidos, para jamás repetir el penoso papel de ser dictadura. !Gloria a la libertad!


lunes, 6 de agosto de 2018

La libertad es una pregunta

Yo me siento medio maravillado y medio estupefacto cuando hay personas, -personas muy buenas y lindas- seres humanos para quienes la palabra LIBERTAD es una abstracción descomunal, una palabra tan lejana como el último rincón del universo y casi casi como el mayor de los imposibles.  


Con frecuencia pienso en la bruma espesa, en las nubes llorosas que se enredan entre nuestras siluetas y que nos privan del horizonte inmediato en medio de algo que nos es propio, la fatiga y el agobio en el trance de una larga jornada.  Bien puede ser que estemos a un paso o a dos, quizás a tres, del destino previsto sin poder advertirlo, ni verlo, sin intuirlo; pero un paso nos cuesta una montaña y una barca un océano. Existir es un riesgo. Somos frágiles.

Pero  son riesgo y fragilidad los que desde tiempos inmemoriales nos lanzaron a los dominios de la libertad. Todos, sin excepción, estamos obligados a ser libres, unos más y otros menos. No se han dado cuenta ustedes, mis queridas y mis queridos, que a cada instante de nuestra existencia con la libertad bregamos, porque no otra cosa es la libertad sino una PREGUNTA y ella nos pregunta qué decides, qué quieres, si quieres vivir o si quieres morir.

La libertad es una pregunta, es la pregunta  que nos hace humanos, es la pregunta primigenia del nudo existencial. La  libertad es el aire de los discursos desde el principio, de los muchos siglos y de los que sigan con nuestra muerte y las muertes del futuro.

Que la filosofía debata la libertad, que la economía y la ciencia política la entretengan, que el arte y la teología la pregunten, que el Derecho la clasifique, que la medicina le proponga una ética y que la física inquiera sobre sus posibilidades, todo es constancia de que la libertad, su PREGUNTA, es lo más inmediato a nuestra piel y el soporte de nuestro respiro.

Despertemos, porque la libertad está en todas partes y ella nos persigue se quiera o no se quiera, !qué paradoja! Es cuestión de asumirla y de hacer propio lo que ya es en nuestra piel. La libertad solo pregunta, su naturaleza no es la de contestar por nosotros, sino la de repreguntar ad infinitum. Nosotros contestamos.

Cuando una persona dice “yo me pregunto”, es la libertad madre la que pregunta. Qué hacer con la libertad desde una perspectiva de la ética es lo más concreto que uno se pueda imaginar, es una pregunta permanente entre nosotros, estemos o no advertidos de ella.

Cuando el pueblo de Nicaragua pide libertad, ella es una demanda concreta, muy real, y razonable; cuando en Costa Rica se pide  la completa aceptación jurídica del matrimonio entre parejas homosexuales, es parte del pueblo, de sus legisladores y de sus jueces quienes respondieron a una pregunta de la libertad.  Porque en la vida real muchos ciudadanos tuvimos que contestar que la discriminación es injusta y abominable.

No es que la libertad sea algo sobrenatural o un espíritu solitario que habita las cumbres del Himalaya, si se quiere la libertad es una necesidad que habita en nosotros y entre nosotros, cuya danza es oficiada por nosotros y siempre bajo riesgo. Se trata de seguir escribiendo su música y de entenderla, sobre todo ahora, en época de los derechos humanos.     

El susto de Maduro

Los idiotas del Frente Amplio Venezuela Libre (exMUD), el mayor colectivo de inútiles perversos de la oposición política a Maduro, cuestionan la realidad de que el Presidente fue víctima de un intento de asesinato. Uno se pregunta en qué mundo viven. Hay que ser muy obtuso para no percatarse que lo que le sobra a Maduro son enemigos en todas partes, incluidos en su propio gobierno y en el PSUV.
El propio diario El País de España, que  se distingue por su extraordinaria calidad, ha cometido un grave error en la persona de su periodista Maolis Castro; ella duda sobre el atentado, que sea cierto. Creo que Maolis exagera  mucho su duda. Baste con leer el titular del artículo de su autoría: “Maduro utiliza el supuesto atentado para reforzar el ataque a sus rivales políticos”. Lo de “supuesto” me parece que es negar lo evidente. Si bien es difícil tener una línea de objetividad perfecta, no hay que descuidar la intención de ser lo más objetivo posible a la hora de darle tratamiento a una noticia y más de este calibre. No me parece correcto lanzar suspicacias gratuitas al viento. No se vale por respeto al medio y a sus lectores.
De hecho no es el primer intento de magnicidio. Hubo uno antes contra Rómulo Betancourt en 1960 que fracasó, y otro en contra del militar Carlos Delgado Chalbaud quien  fue asesinado en 1950 y cuyo gobierno fue de apenas dos años.
Si no es por la eficiencia de su escolta el dictador se habría perdido en el tumulto. Los drones fueron manipulados con destreza e indicó un planeamiento meticuloso como para hacerlos detonar en un magno evento militar en el pleno corazón de Caracas. No creo que los drones fueran derribados por francotiradores, sino que fueron mal manipulados al punto de que los drones explosionaron a destiempo, o que sus operadores no pudieran descifrar como burlar la interferencia digital que funcionó como anillo protector de Maduro.
Este acto terrorista no es el producto de unas mentes novatas, sino de voluntades maduras y osadas. El efecto emocional del atentado es odioso para el régimen, sobre todo porque puso al descubierto, frente a todo el país,  la vulnerabilidad física de lo más selecto del círculo cercano al Presidente. La cara de desconcierto y temor de Maduro quedó grabada para la historia. Lo mismo que el desbande torpe y atribulado de sus tropas. Lo dicho es ahora una fotografía que el pueblo venezolano llevará en su memoria  por un buen tiempo.
Cabe decir que Maduro no habría sido el único herido o muerto; estaba su esposa, estaban ministros y los altos mandos del ejército, el Fiscal General, el cuerpo diplomático y gente inocente. El terrorismo debe repudiarse. Porque a mi juicio, la única salida posible para acabar con la dictadura reside en la huelga general de los trabajadores. El terrorismo ha probado no ser una vía revolucionaria y eficiente en la lucha contra los autoritarismos.
El hecho terrorista es condenable políticamente: si el magnicidio hubiera tenido éxito, Venezuela habría caído en un caos mucho peor que el que hoy tiene. De haberse logrado el magnicidio, el espanto de una guerra civil y regional hubiese detonado.  Nadie en sus cinco sentidos lo habría querido. El desplome de las tiranías depende de masas organizadas bajo principios coherentes/.
Especulo que el intento magnicida pudo haber provenido de un sector de la Guardia Nacional Bolivariana y de militares del ejército. La gran falla ha de buscarse ahora en la desalmada pifia de los cuerpos de inteligencia y contrainteligencia del gobierno. No hay duda que muchas cabezas empezarán a rodar.  Las instituciones militares y de seguridad sufrirán el más severo escrutinio bajo el lente microscópico del madurismo.
Si hay una “falla” que los gobiernos no perdonan, que es inadmisible, peor si están acuerpados por la invaluable experiencia cubana, es que los órganos de inteligencia no detecten oportunamente un plan de magnicidio; fallaron los venezolanos de la seguridad del estado al no poder advertir a tiempo esta amenaza inminente que puso en riesgo la vida de Nicolás Maduro.  
Se puede jurar que el gobierno federal ya empezó a revolcar todos los expedientes del todopoderoso Ministerio del Interior, de la Fuerza Armada y de la Guardia Nacional. Viene la depuración y la purga. Maduro necesita hacer un descarte de sus fichas. La prisa se le impone en este turbio trance y deberá mostrar agilidad.
El expresidente Mujica recién alertó contra “una cacería de brujas” a propósito de las consecuencias del atentado terrorista donde, como siempre, podrían caer en desgracia personas y organizaciones inocentes. Ello es la regla y no la excepción cuando los atentados magnicidas fracasan. Es obvio que ahora Maduro teme, como nunca antes, por la suerte de su seguridad física  y la de sus allegados.
El ministro del Interior, Néstor Reverol, tendrá que emplearse a fondo para filtrar, refinar, y salvar lo que se pueda del aparato de espionaje y contraespionaje. Porque la operación se hizo en sigilo, entre las sombras y con una determinación notable para conseguir el objetivo. La incertidumbre es hoy una espesa neblina que cubre Miraflores.
La redacción del comunicado de quienes se atribuyeron el atentado terrorista, los Soldados de las Franelas, tiene la marca distintiva de los militares chavistas, tanto en el contenido como en el estilo y con el esmero de hacerlo evidente. El documento está muy bien escrito y su sustancia es todo un elogio a la legalidad y a los principios del chavismo. Quienes estuvieron detrás de dicho documento lo redactaron con conocimiento de causa y valorando sus consecuencias.
Lo que se avecina es una inmisericorde cacería de brujas, como lo dijo Mujica, que hará temblar a la patria de Bolívar. El dedo índice de Maduro se dirigió contra el expresidente Santos de Colombia, Miami y la derecha venezolana. Puede que sí y puede que no. Todavía no lo sabemos. Falta que pase más agua debajo del puente. Es de celebrar que el intento terrorista fracasara, pues de lo contrario el pueblo de Venezuela lo habría pagado muy caro, con más infierno del que tienen. Lo que de verdad es cierto es que el dictador se salvó de milagro y el pueblo también.  La lucha por la libertad ha de caminar siempre junto a la razón.


https://www.elpais.cr/2018/08/07/el-susto-de-maduro/